lunes, 19 de diciembre de 2011

FICTION – The Unique Device (Part 1)

El Artilugio
Todo comenzó en un caluroso día de verano sobre la siete de la tarde.  La insistencia de mi viejo y fiel perro Cristalino, por querer salir a hacer sus necesidades, me liberó una vez más del soporífero programa de la televisión.  Sin más dilación nos encaminamos hacia la tranquila playita, que hay a las afueras del pueblo.  Tras dejarlo correr por la blanca arena, yo mientras tanto extraje de mi mochila un libro que intentaba descifrar.  Se trataba del Tratado de la Desesperación de Soren Kierkegaard.  Cuando mas enfrascado estaba en su lectura oí unos pequeños ladridos a unos cien metros.  Era Cristalino que escarbaba en la arena y al mismo tiempo no paraba de ladrar.  Entonces comprendí su temor pues un pequeño destello salía del hoyo.  No sin algo de aprensión, cogí un trozo de madera y saque el objeto motivo de la curiosidad mía y de mi perro.  Lo examine una y otra vez y mi primera impresión era que se trataba de una especie de casco de cobre o un metal parecido.  Lo más sorprendente era que llevaba unas especies de auriculares y gafas como para evitar el sol.  Miré un lado y a otro pero no se veía a nadie, la playa estaba desierta.  Entonces me coloque el casco en mi cabeza.
La escena del crimen
Lo inquietante e increíble sucedió al instante.  No pude creerlo, pude ver y oír a varios kilómetros de donde estaba, con este extraño artilugio en mi cabeza.  Más lo que veía a un par de kilómetros no me gustaba nada.  Se trataba de tres jóvenes no mayores de 16 años, juntos a ellos en unos cañaverales había una chica de apenas 13 años.  Pude captar el miedo y oír el llanto de la joven con toda nitidez.  Ella intentó zafarse pero fue golpeada con una piedra.  Fue en ese momento cuando pude ver la salvaje violacion, por parte del grupo de desalmados y crueles jóvenes.  Cuando creí que la historia terminara, ahí veía horrorizado como uno de ellos clavó un cuchillo sobre la garganta de la pobre víctima, mientras el resto la remataban a golpes.  Rápido intenté buscar mi teléfono móvil para llamar a la policía pero era fútil, me encontraba sin cobertura.  Impotente veía como huyeron como ratas del lugar del crimen en un viejo auto.  Lo que no podía llegar a imaginar vino, cuando con el casco puesto, pude guiar el coche y las mentes de los canallas.  Era sobrecogedor, les pude hacer entrar en la autopista y en dirección contraria.  En ese momento un camión cisterna cargado de gas circulaba en la misma dirección.  En milésimas de segundos entré en la mente del conductor que saltó al vacio.  Ahora sí veía con la satisfacción en mi rostro el brutal choque del coche de los asesinos contra el camión cisterna.
Una bola de fuego se apoderó de la escena.  Y percibí y vi como el fuego consumió sus cuerpos entre gritos aterradores.  Cansado de esta  extraordinaria experiencia, volví a casa con Cristalino y tras ducharme reflexionaba sobre lo sucedido y el misterioso casco.  Al fin lo tenía.  El casco significó la justicia instantánea que siempre he añorado.  O  en su lugar el Karma.  Y venia a mi mente el viejo dicho de el que la hace la paga.  Pero eso sí, con mi casco justiciero.  Finalmente, me dije, Agustín, ya puedes ajustar cuenta con la Historia.  (Continuara)
El choque brutal (Karma Instantanea)
Everything began on a warm summer day at around seven in the evening.  Due to the insistence of my old and faithful dog Crystalline, who wanted to go outdoors to answer nature’s call, I was freed from the soporific programming on TV.  Without any delays we directed ourselves towards the calm beach that was at the outskirts of the town.  I let Crystalline run free on the white sand, while I extracted a book from my knapsack, a book that I was trying to decipher.  It was about the Treaty of Desperation by Soren Kierkegaard.  When I lost myself in the words of the book, I heard barking at about one hundred meters away.  It was Crystalline, who was busy investigating something in the sand and at the same time it did not stop barking.  I then realized what it was barking about as there was something in a hole in the sand, something that sparkled.  Not without some apprehension, I took a small piece of wood and removed the object in question, due to my curiosity and that of my dog.  I examined it time and time again and my first impression was that it was a kind of copper helmet or of a similar metallic alloy.  The most surprising part was that it had some sort of earpiece and even glasses to avoid the glare of the sun.  I looked around me but did not see anybody around, the beach was deserted.  I then placed the helmet over my head.
Something disquieting and incredible happened right away.  I could not believe it; I could see and hear as far as several kilometers from where I was, with the help of this strange device on my head.  What I saw a few kilometers away was not to my liking at all.  There were three or more people of about 16 years, and in front of them in the sugarcane plantation was a girl of no more than 13 years of age.  I could sense the fear and hear the weeping of the young girl with all its clarity.  She tried to get away but she was struck by a stone.  It was then that I witnessed the savage rape of the girl, committed by the group of heartless and cruel young guys.  When I thought that everything had ended, I was horrified that one of them planted a knife into the throat of the poor victim, while the rest of them finished her off with body blows.  I immediately tried to look for my mobile phone to call the police but it was futile as there was no signal.  Feeling helpless, I saw the youngsters flee like rats from the crime scene in an old car.  What I could not imagine then was that, with the helmet still on, I could actually guide the car and control the minds of the gangsters.  It was chilling how I could make them enter the freeway but in the opposite direction, against oncoming traffic.  At that moment a truck carrying a loaded gas tank was moving in the opposite direction.  For a thousandth of a second I entered into the mind of the truck driver and made him swerve into the car.  And yes, I witnessed with satisfaction on my face the brutal collision of the car carrying the murderers against the truck.
A fire ball exploded on the scene.  And I perceived and I saw how the fire consumed the bodies of the youngsters in between frightening shouts of desperation.  Feeling tired from this exhilarating experience, I returned home with Crystalline and after showering, I reflected upon the incident and the mystery behind the helmet.  I suddenly realized its significance.  The helmet represented the instantaneous justice that I have always longed for.  Karma if you prefer.  And the old adage ‘what goes around comes around’ came to my mind.  But yes, only with my justice helmet.  Finally, I told myself, Agustin, you can now seek justice in History.  (To be continued)

8 comentarios:

  1. El caso nos podría valer para solucionar lo de de la mayoría de nuestros políticos.
    Saludos

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  2. ¿No nos podrías prestar ese casco para unos días?

    Me iba a venir de cine (nunca mejor dicho) para hacer limpieza de Bildus y Amaiur, además de peneuveros en estas playas y autopistas por donce circulo yo.

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  3. Ese casco del que hablas debería darse a cada ciudadano decente de este país para transitar por esta sociedad cada día más envilecida y encanallada.

    Saludos

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  4. Mejor que la lámpara del Genio.

    Qué pena que no los fabriquen en serie y adaptados a varias tallas.

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  5. ¡Que güeno! Ya estoy deseando leer la continuación, Agustin no te deshagas de ese casco muchacho, jejej.
    Saluditos.

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  6. Que bueno que ese casco lo tuviéramos todos los ciudadanos de a pié, para hacer lo que no suelen hacer los tribunales españoles: justicia como Dios manda y además de manera rápida.
    Hablas de Kierkegaard, uno de mis escritores preferidos. Mucho es lo que le deben a Kierkegaard los existencialistas modernos.

    Un abrazo

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  7. Madre mía Agustin en menudo embrollo te has metido, espero que sea un prototipo ese casco, porque como lo fabriquen en serie, mejor corro a esconderme donde yo solo sé, menos mal que eres persona de probada ecuanimidad y elevada formación ética y filosófica.

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  8. Un saludo y feliz Navidad, Agustín. Me preguntaba quién podía visitar el misántropo desde Nueva Zelanda.

    En cuanto al casco: Se ponen los pelos de punta de imaginarlo en según que manos (cabezas). Y si está al alcance de todos, ya no te cuento. Mejor que sólo exista en la ficción.

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